Théodore Ratisbonne
Teodoro Ratisbonne nació en 1802 en una familia judía de Estrasburgo. La familia había emigrado de Regensburg, Alemania, en el siglo XVIII para asentarse en Estrasburgo. Al igual que muchos pertenecientes a la generación de después de la Revolución, los padres habían perdido sus orígenes espirituales, y no prestaban mucha atención a los servicios y a las ceremonias de la Sinagoga. Siendo joven, Teodoro buscó por mucho tiempo la verdad y el significado de la vida en varias facultades universitarias. Se encontró un día con un amigo judío y esto le llevó a cursar estudios de filosofía impartidos por Luís Bautain, un famoso filósofo. Suspendido de la Universidad por sus puntos de vista sobre el racionalismo, Bautain seguía dando clase en la casa de una señora de cierta edad, Luisa Humann que le había ayudado mucho a Bautain a volver a practicar su fe. Teodoro recibió luz y solaz de estas clases que, además, lo pusieron en contacto con Luisa.
Una tarde, al sentirse inseguro de cara a una importante decisión que debía tomar, Teodoro fue a pedirle consejo a Luisa. Ella le aconsejó que no tomara ninguna decisión si se sentía turbado y desconcertado. Luego lo invitó a que leyera la Biblia, el Antiguo y el Nuevo Testamento. A Teodoro le llamó profundamente la atención el mensaje 'Dios es amor' que él vio personificado en Jesús de Nazaret. A los 25 años de edad, recibió el bautismo de mano de Luisa y tres años más tarde fue ordenado sacerdote. Los eventos le llevaron a París donde le fue posible realizar su sueño: inspirar a otros a rezar, ser una presencia acogedora en la Iglesia, para el Pueblo Judío, si deseaban el bautismo. Veinte años después de hacerse católico, sin mucho conocimiento de las complicaciones del Vaticano y del Derecho Canónico, Teodoro se fue a Roma para pedirle al Papa la aprobación de su ‘Obra’. Gracias al ‘signo’ de Dios, una aparición de María a Alfonso, el hermano menor de Teodoro, aparición que le llevó a la fe cristiana y a la petición de ayuda hecha por Teodoro a algunas mujeres, nació la Congregación de Nuestra Señora de Sión.
La comunidad creció rápidamente y pronto fue muy conocida por su alto nivel de educación a jóvenes y por su ayuda a los pobres. Católicas, ortodoxas o musulmanas, a las jóvenes se les enseñaba el respeto por el credo del otro, prohibiendo estrictamente cualquier forma de proselitismo. Cuando Teodoro murió, en 1884, la Congregación estaba ya presente en siete países y en Jerusalén. |
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