Justos entre as naciones
“Quien salva una vida salva el universo entero”
La primera religiosa de Sión que recibe ese título en 1989 es Denise Paulin-Aguadich (Sor Joséphine) quien, en la época de la guerra, era “Ancelle”. A partir de ese momento, seis otras religiosas de la congregación, como también un religioso de Nuestra Señora de Sión reciben el mismo reconocimiento a título póstumo. Desarrollan su acción en Grenoble, París, Amberes, Roma. La acción de esas religiosas y religiosos que salvaron a judíos durante la segunda guerra mundial merece no ser olvidada. Y hay otros que, si bien (¿todavía?) no recibieron un reconocimiento oficial, obraron en el mismo sentido, cada uno en su lugar.
Grenoble: Madre Marie Magda (Marthe Zech) y Sor Joséphine (Denise Paulin-Aguadich)
Denise Paulin (Sor Joséphine) es mucho más joven: nacida en 1913, pronuncia sus votos como “Ancelle”[2] el 26 de abril de 1940. Tiene 27 años en el momento de esos acontecimientos. Es enviada a Grenoble en septiembre de 1940.
Allí las condiciones de vida de la nueva comunidad no son fáciles: las hermanas viven en un inmueble particular, la” villa Truchetet” que pueden obtener y arreglar gracias a los padres de una de las religiosas. Deciden abrir un pensionado a comienzos de los cursos escolares de 1940. Pero rápidamente, la casa resulta demasiado pequeña ya que había unas sesenta inscripciones de alumnas desde el primer año, entre ellas alsacianas que habían ya seguido los cursos en Estrasburgo. La comunidad se ve obligada a alquilar uno y luego varios apartamentos suplementarios. Eso las obliga a aumentar las idas y venidas, pero facilita las operaciones de rescate. Durante un mes las religiosas viven en precarias condiciones, durmiendo sobre colchones de paja, algunas en la capilla, otras en las salas de clase. Cada habitación cumplía varias funciones sucesivas: por ejemplo, la sacristía se convertía en comedor tres veces por día y también en recibidor de la directora o sala para las clases particulares. A la noche servía como dormitorio para una de las hermanas. Los profesores laicos tenían su comedor y sala de profesores en un pequeño edificio que había contenido conejeras y algunos cursos tenían lugar en una sala de baño que tenía una vieja bañadera con cuatro patas ¡de los años 1900[3]!
Madre Magda como superiora, Sor Joséphine como asistente social y enfermera del pensionado, pero también otras, como Madre Théodore o Sor Ignace (Anne-Marie Van Hissenhoven, otra “Ancelle”, originaria de Amberes en Bélgica), todas hacen lo que pueden para ayudar a los judíos. Grenoble estaba en esos momento en zona libre; esa ciudad y su región se convierten así en una especie de refugio para las personas en peligro de las zonas ocupadas, sobretodo que, hasta 1943, el prefecto de Isère aplicaba las órdenes “sin gran convicción”, lo que le valió ser destituido y luego deportado[4]. A pesar de eso, la ciudad es sometida a una razzia muy violenta en agosto de 1942 que Sor Joséphine detalla en su diario antes de dejar de escribir sin que se sepa la razón. Hay que decir que, desde noviembre de 1942, la zona estuvo bajo la ocupación italiana, lo que tendrá importancia ya que el ejército italiano, en su conjunto, era poco favorable a las persecuciones antisemitas. Así Jacqueline Mizné, alumna interna del pensionado, puede salvarse gracias a Madre Magda, a Sor Joséphine y al capitán italiano responsable del sector. Este último hace liberar a la niña que había ya sido asignada a residir con sus padres que debían ser deportados. Ese capitán conocía Sión por su hermana que había sido alumna del pensionado de Roma y guardaba de ese tiempo buenos recuerdos. Reconocer el hábito de Madre Magda influye favorablemente en su decisión. Además, parece que la Gestapo había arrestado a los Mizné sin prevenir a la policía italiana, lo que no le gusta al capitán y lo empuja a liberar la niña y a dar las órdenes para que se haga lo mismo con su madre (la familia Mizné pudo reunirse luego de la Liberación).
La acción de los salvadores consistía en proveer cartas de identidad y de alimentación falsas, a esconder a niñas entre las alumnas del pensionado, a contribuir para encontrar lugares en las chacras de los alrededores para niños que dos asistentes judías, Ethel y Colette, iban a buscar a París, o a ayudar a personas que querían pasar a Suiza. Ethel y Colette recorrían los campos para encontrar familias de acogida dónde esconder a los niños. Las religiosas trabajaron también con Germaine Ribière[5], como también con organizaciones como la OSE[6] o un grupo clandestino de los “Eclaireurs” israelitas de Francia. Sor Joséphine tenía muchos conocidos y sabía muy bien utilizar esos contactos. Desde una vecina, Isaure Luzet[7] llamada “El Dragón”, farmacéutica, a sus propios padres, el señor y la señora Paulin, en Chapareillan, sin olvidar a los amigos que tenía en Notre-Dame de l’Osier, comuna cerca de Grenoble donde pudieron refugiarse numerosos judíos como también miembros de la Resistencia. Sor Joséphine formaba parte también de la cadena de resistencia Combat. Son muchos los testimonios de todo lo que hizo[8]. Citemos así mismo los nombres de Jacqueline Mikzné, Hélène Kalmus. Rita Berba (escondida con el nombre de Marguerite Sturm), Suzanne Erbsman… Rachel Levy, una niña escondida en el pensionado y camuflada detrás de las espaldas de Madre Théodore que afirmaba, al mismo tiempo, que la niña no estaba en la casa. Cuando los alemanes venían a investigar, Madre Magda, que hablaba el idioma con fluidez, se encargaba de retardar lo más posible a los soldados mientras las niñas pasaban a la casa de las Redentoristas vecinas. Una vez, una de ellas fue escondida en la enfermería “habiendo atrapado una enfermedad contagiosa”. Todo lo que se hacía era en secreto. A veces se hacía pasar a los niños judíos como si fueran protestantes para justificar que no fueran a la capilla. Pocas personas estaban al tanto de lo que ocurría por eso algunos se asombraban que esos niños no supieran el Padre Nuestro… También había el problema de la estrella amarilla. Sor Joséphine recuerda que una de las niñas había guardado la estrella. La había descosido pero la marca se veía sobre el vestido y la niña tuvo que ponérselo al revés para esconderla… Así termina ella su recuerdo “Esta marca era como el símbolo de la marca inolvidable del sufrimiento y el miedo que, para siempre, se quedó grabado en el alma de cada uno de ellos.”
Una religiosa de Grenoble, Sor Eliezer, era de origen judío polaco. Una mañana, después de una noche de razzia, unos hombres en civil vienen a buscarla llamándola por su nombre de familia. Según cuentan varias hermanas, llamaron a Madre Magda y ella les responde que no conocía a nadie con ese nombre. Los hombres dicen que harían una verificación y que volverían. A continuación Sor Eliezer se esconde en la casa de las Redentoristas que habitaban en frente de Sión y así puede salvarse. Los investigadores nunca volvieron. Así lo que le ocurrió a Sor Gila, arrestada en Issy-les-Moulineaux y deportada, pudo ser evitado en Grenoble.
El cura de la parroquia vecina era el Padre Jaquet. Había arreglado un desván donde podía acomodar a varias personas en peligro o a la espera de papeles pero sólo por algunos días. Discretamente, al ir a la iglesia, las “Ancelles” les llevaban comida.
A partir de septiembre de 1943 y la capitulación italiana, la zona es ocupada por los alemanes y el último año antes de la liberación es especialmente severo. En esa época, las religiosas de Grenoble deciden pedir asilo a los Padres OMI (Oblatos de María Inmaculada) en Notre-Dame de l’Osier y la posibilidad de pasar allí una parte del pensionado ya que la ciudad se había vuelto demasiado peligrosa después de la explosión de un depósito de pólvora en un cuartel. Sor Jeanne-Simone (Lugand) reemplaza a Sor Joséphine. Al no ser ella “Ancelle” su acción resultaba más difícil y no tenía la misma libertad de movimiento que la otra hermana, sobre todo porque usaba hábito. Pronuncia sus votos perpetuos el 8 de septiembre de 1943, justamente en el momento de la ocupación de la región por los alemanes. No puede hacer su retiro habitual antes de los votos porque muchas personas la necesitaban. ¡Era una cuestión de vida o muerte! Sor Jeanne-Simone escribe en el testimonio que envía a Sor Anna-Maria “Releyendo lo que acabo de escribir, no encuentro la atmósfera de miedo y de intenso trabajo que existía realmente. No sé cómo pude vivir en medio de tantas preocupaciones y problemas, con la amenaza constante de la Gestapo. En efecto, teníamos el teléfono controlado, un individuo siempre apostado en nuestra calle, teníamos parientes en la Resistencia y padres de alumnos favorables a los ocupantes (…).”
Sor Jeanne-Simone muere en Saint-Gratien, el 4 de agosto de 2005.
La congregación de las Ancillae (Siervas) de Notre-Dame, Reina de Palestina, nace en 1924, del encuentro de algunas jóvenes animadas por una fuerte atracción hacia la vida misionaria y de Dom Pirro Scavizzi, el director espiritual de una de ellas. Con el apoyo del Patriarca de Jerusalén, parten a Tierra Santa y fundan esta congregación, dándole el nombre del santuario cerca del cual piensan establecerse, entre Jerusalén y Tel Aviv. Tienen como vocación el apostolado directo hacia los musulmanes y los judíos en Tierra Santa.
La nueva congregación crece poco a poco y se implanta en Rafat, Jerusalén y Pavía dónde abre un noviciado. Por intermedio del Patriarca de Jerusalén, comienza una relación entre la congregación de las “Ancelles” y la de Nuestra Señora de Sión cuya superiora general es, en esos momentos, la Madre Marie Amédée. Es en 1936 que se toma la decisión de integrar las Ancillae a la congregación con el nombre de “Ancelles de Notre-Dame de Sion”. Las Ancillae pueden decidir entrar o no a Notre Dame de Sion. La mayor parte entran. Una de ellas, en lugar de entrar como “Ancelle” lo hace en las contemplativas de Sión. Algunas entran en otras congregaciones. Esta nueva rama, si bien formaba parte plena de la congregación, llevaba una vida diferente de las otras religiosas de vida apostólica. Por ejemplo, las “Ancelles” no usaban hábito religioso fuera de los muros del convento y se hacían llamar “Señoritas” por los laicos que encontraban ya que su estado de religiosa no debía saberse en el exterior. En la congregación, se las llamaba “Hermana” y no “Madre” (también a las religiosas conversas se las llamaba “Hermana”. Así cuando en un texto leemos “Sor María-X”, puede tratarse de una “Ancelle” [de coro o conversa], o de una hermana conversa, o de una novicia o una hermana de votos temporarios. Si leemos “Madre Marie-X” se trata siempre de una hermana profesa de coro no “Ancelle”).
En 1964, el capítulo general de la congregación pronuncia la separación jurídica entre las “Ancelles” y Notre-Dame de Sión. Las “Ancelles” forman entonces una asociación que llaman Pax Nostra. Las antiguas “Ancelles” pueden elegir entre quedarse en la congregación o entrar en Pax Nostra.
Paris: Madre Marie Francia (Gabrielle de Linarès) y Sor Agnese Maria (Emma Navarro)
Cuando estalla la guerra, tanto Madre Francia como Sor Agnese se dan cuenta rápidamente del peligro que corrían los judíos, numerosos en el pensionado y en el barrio del Marais. Su acción es más o menos la misma que la de las religiosas de Grenoble: se trataba también de esconder a los niños, de proveerlos de documentos de identidad falsos y, eventualmente, ayudarlos a que se alejaran de París. Como en Grenoble, era imposible actuar solas. Reciben ayuda de asistentes sociales (la señorita Hue, por ejemplo, que les procuraba papeles falsos y buscaba lugares para colocar a los niños), de sacerdotes como el padre Devaux, sacerdote de Notre-Dame de Sion, que también recibió la Medalla de los Justos en 1996, la prima de Madre Francia, la encargada de la casa de la prima, el médico de la misma (que les daba los certificados necesarios para que los niños pudieran ir a lugares seguros “por razones de salud”, certificados que el médico de la comunidad se negaba a entregar) y de muchos otros como Germaine Ribière y el P. Chaillet[9]. Este equipo de gente, listos para ayudar hasta las últimas consecuencias, no es precisamente en Sión que Madre Francia lo encuentra. Ella misma cuenta que sólo estaba segura de cuatro hermanas[10], pero que mantenía a las otras más a distancia porque estaban ya muy ocupadas y, sobretodo, por miedo a las habladurías de hermanas inconscientes del peligro.
Aquí como en Grenoble, los quiproquos permiten salvar a las hermanas. Madre Francia le cuenta a Anna-Maria que un día los policías llegaron con una lista que comenzaba por “Sra. Adra”. De buena fe, ella pudo decirles que no conocía a nadie con ese nombre. Más tarde se da cuenta que, sin duda, se trataba de Sor Andrea-Maria, una “Ancelle” que trabajaba con Sor Agnese en el centro del Marais. Pero la lista contenía a continuación los nombres de niños que se escondían en el pensionado. Madre Francia cuenta que respondió con gran aplomo: “Es verdad, están aquí pero por nada del mundo los entregaré, llévenme si quieren pero a los niños jamás”. El policía partió y parece que no apareció más. De cualquier manera, Madre Francia había tomado sus providencias y enviado a los niños a esconderse en hogares diferentes y en el convento de las Dominicas de Montligeon. Entre esos niños se encontraban Janine y Paulette Bitchatch (alumnas del pensionado desde antes de la guerra) y Geneviève Lang que se salvaron. Geneviève es enviada a la casa de una familia parisina conocida que pretendía que se trataba de una parienta venida de la provincia. En marzo de 1943, Geneviève vuelve a Sión donde se queda hasta el final de la guerra. Va a encontrar luego a su madre y su hermana (que se escondían en Notre-Dame de Sion de Lyon). Su padre no volvió nunca de la deportación. En su testimonio, Geneviève insiste sobre el hecho que ella nunca sintió la más leve presión para que se bautizase ni escuchado en Sión ninguna observación dolorosa (ella llevaba la estrella amarilla), bien diferente de lo que ocurría en el curso privado que frecuentaba antes. Más tarde, Madre Francia piensa que había gente en la policía que las ayudaba pero nunca supo quiénes eran.
En el Centro del Marais la gente venía a pedir consejo y a confiar lo que tenían de más precioso, incluso los hijos. La señorita Hue, asistente social que, como lo vimos ya, trabajaba con Madre Francia y el Padre Devaux, procuraba documentos falsos para las familias de los niños. He aquí un resumen de lo que Sor Agnese contaba a Sor Anna-Maria: “El padre de la pequeña Anna nos había dicho: ‘les confío a mi hija’. Había perdido a su esposa y creo que uno de sus hijos había sido deportado (…) Habíamos fabricado documentos falsos (…) Un día, los niños se nos acercaron y nos dijeron ‘Señorita, han tomado prisionero al papá de Anna’. Me emocioné mucho porque después de eso, llegó la encargada del edificio con un pedazo de papel en el que estaba escrito “Señorita, Anna sólo tiene a usted en el mudo. De ahora en más, usted es su padre, su madre’. Cuando vinieron a arrestarlo, el padre había pedido ir a buscar algunas cosas y fue en ese momento que él escribió esas palabas. Escondí a la pequeña en la comunidad de las hermanas del Buen Socorro. Un día, ella respondió a la Gestapo que la amenazaba: Si yo acepté a la pequeña es para salvarla y no para entregarla”.
Sor Andrea-Maria, ella también “Ancelle”, iba a buscar a los niños, acompañaba a gente a la estación y aseguraba los tickets de alimentación. Eso generaba una correspondencia importante que llegaba a la calle Notre Dame des Champs número 61, lo que explica probablemente que fuera buscada por la policía.
Pero todo no era triste, Por ejemplo, Sor Agnese cuenta también: “Dábamos magníficas fiestas (…). Presentamos la historia de Esther. Teníamos vestidos que nos había prestado la Madre Amédée”. Todos los veranos ella continuaba llevando a los niños a la colonia de vacaciones en Grandbourg. El diario de la comunidad d’Evry cuenta que los niños iban a jugar a la piscina que se encontraba allí [11]
Después de septiembre de 1943, Sor Joséphine es llamada a París donde secunda y luego reemplaza a Sor Agnese como directora ya que hacía falta una asistente social francesa para que el centro pudiera ser reconocido como “Centro Social”.
Al final de la guerra, Sor Agnese se queda un tiempo en París antes de ser enviada a Roma donde continúa la obra comenzada en Francia abriendo una dopo scuola (después de la escuela) cerca del Gueto de Roma. Allí permanece hasta su muerte en 1998. La Medalla de los Justos le es atribuida en 2010.
Sor Joséphine se queda en París hasta 1953, luego deja la congregación y se casa. Fallece en 2010. Es la primera de las religiosas de Notre-Dame de Sion que recibe el título de Justo de las Naciones (en 1989). Es la Señora Isaure Luzet que atre la atención de Yad Vashem sobre ella. Isaure Luzet había afirmado durante la entrega de su propia medalla que no habría podido hacer nada sin ella.
Madre Francia, en fin, pasa algunos años en París, luego en Saint-Omer, antes de ser nombrada superiora de las “Ancelles” (1951-1959), luego es enviada a España para fundar una nueva inserción sionense. A su vuelta a Francia en 1964, permanece en París hasta 1980, luego es enviada a Issy-les-Moulineaux donde muere en 1992. La medalla y el diploma de Justo de las Naciones que se le atribuyó a título póstumo en 2006 se exponen actualmente en el salón del establecimiento escolar que ella dirigió durante mucho tiempo y donde salvó a niños, en la calle Notre-Dame des Champs en París.
Amberes (Bélgica): Madre Marie Dora (Anna Otto)
Entra en el noviciado en 1898 y pronuncia sus primeros votos el 4 de febrero de 1900. Varias veces es llamada a ser superiora de comunidad: en Roustchouk en Bulgaria durante diez años, luego cuatro en Galatz, antes de ser nombrada superiora en Saint-Omer en agosto de 1938. Podemos leer en su menologio[12] que “lo que llamaba sobre todo la atención en su fisionomía era su bondad; su corazón lleno de compasión por toda pena. Sabía ser maternal con cada una, y firme para el mantenimiento de la regla y el espíritu religioso”. Las ex-alumnas de Saint-Omer y de Amberes recuerdan su bondad.
Desde el final de 1939, las alertas se vuelven cada vez más frecuentes y desde mayo de 1940 comienza el éxodo, las poblaciones del norte huyen hacia el sur. La carta sionense que relata el período de guerra de Saint-Omer cuenta “En toda la ciudad, no se veían sino convoyes sin fin, carros cargados de colchones, que venían sobre todo de Bélgica”. La casa acoge refugiados, entre ellos numerosas religiosas de otras congregaciones. Luego son los primeros bombardeos, y los edificios de Notre-Dame de Sion de Saint-Omer son requisados para servir de ambulancias[13] y recibir a los heridos. Los alemanes entran en la ciudad el 23 de mayo. Dada la frecuencia de las alertas, se transportan los dormitorios a los sótanos y los del edificio escolar sirven de abrigos públicos durante un tiempo. El 30 de agosto de 1940, los alemanes ocupan el edificio. En diciembre de 1940, un aviso de la Kommandantur llega a las hermanas: Madre Dora debía presentarse al día siguiente en la estación con sus maletas porque era belga. Y, en efecto, al día siguiente ella se encuentra con un centenar de personas, entre las cuales varias religiosas de la ciudad, todas inglesas, belgas u holandesas. Son todas internadas en Troyes, en una escuela, en condiciones difíciles: debían dormir sobre paja y sufrían de la falta de intimidad y agua para lavarse. Pero las “Petites Soeurs des Pauvres” de la ciudad ayudan a las internas con alimentos y productos farmacéuticos. Dos días más tarde, Madre Dora como también varias otras religiosas, reciben la autorización de volver a sus casas. Finalmente, obtiene una orden de repatriación a Bélgica y es transferida a comienzos de marzo a Bruselas, luego a Amberes. Puede luego volver a Saint-Omer el 30 de mayo de 1941, cinco meses después de su partida. Su salud, ya precaria, se fragiliza aún más con ese episodio.
Al año siguiente, en febrero de 1942, recibe una obediencia para tomar la dirección de la casa de Amberes. En el mes de agosto, dejando Evry donde vivía desde hacía once años, se une a ella M. M. Guillaume, la hermana gemela de Madre Magda Zech.
Durante el verano, luego de la gran razzia, Madre Dora esconde a los niños en el pensionado bajo nombres ficticios. Es el caso de Lydia Werkendam que tenía en ese entonces once años. Cuenta que un día, durante un bombardeo, todo el convento había salido para refugiarse en un refugio. Una de las religiosas, dándose cuenta que faltaba Lydia, corre al piso superior para despertarla y llevarla al refugio. Lydia agrega que su madre estuvo en contacto estrecho con el convento durante toda la duración de la guerra y que “las religiosas hacían todo lo posible para tranquilizar a mamá”.
Madre Guillaume recogía en el convento a los aviadores aliados caídos en territorio ocupado por los alemanes. Organiza una ramificación de evasión para esos aviadores, pero también para los de la Resistencia y los judíos que pasaba por Francia (Grenoble, donde su hermana gemela dirigía el establecimiento de Sión) luego por Suiza, España y Portugal. Es probable que el Padre Demann, sacerdote de Sión que se encontraba en Louvain en esa época, les prestara su ayudara.
Madre Dora, de salud ya frágil, no sobrevive a una operación quirúrgica que se le practica el 7 de julio de 1944. Muere el 23 de septiembre de 1944, algunos días después de la liberación de Amberes que tiene lugar a principios del mes. Recibe la medalla de los Justos en 1998.
Madre M. Guillaume muere el 27 de noviembre de 1963 en París.
Roma (Italia): Madre Marie Augustine (Virginie Badetti) y Madre Marie Agnesa (Emilie Benedetti)
Madre M. Agnesa, nace en Roma en 1902. Estudia en el pensionado de Notre-Dame de Sion y luego sigue los estudios de enfermera y de teología. Como las primeras “Ancelles”, tiene como director espiritual a Don Pirro Scavizzi. Después de pronunciar sus primeros votos en París el 20 de enero de 1928 y una breve estadía en Trento, pasa todo el resto de su vida en Roma. En esa época, la congregación dirigía allí un gran pensionado sobre el Janículo que cierra sus puertas en vísperas de la guerra. En su lugar, se abre un orfanato del que sor Agnesa es su primera directora.
El 10 de junio de 1943 se declara la guerra entre Alemania e Italia. Ese mismo día Roma es bombardeada por primera vez. Desde lo alto de la colina del Janículo, donde estaba situada la casa, las hermanas pueden observar “el espectáculo desolador (…) terribles llamas que subían hacia el cielo”.
Es a partir del 8 de septiembre de 1943 y la capitulación italiana que se sitúan los acontecimientos de los que hablamos. Roma es ocupada por los alemanes después de una batalla que de desarrolla en parte en el barrio donde se encuentra la casa: un proyectil de cañón cae mismo en el patio rompiendo un vidrio. Las primeras razias tienen lugar desde el 15 de octubre. Un relato del fin de la guerra sobre la casa de Roma durante ese período cuenta: “El 16 de octubre, al alba (…), llovía, grupos compactos de mujeres israelitas acompañadas de sus hijos entraban por el portón de la calle Garibaldi.” Madre Augustine acepta recibirlos en el convento. Había que hacer sitio para acoger a tantas personas desplazando algunos muebles que molestaban al paso. Por dicha, para el primer día las personas habían traído algo para comer. Dada la buena acogida que se les había reservado, las mujeres piden a Madre Augustine la autorización de hacer venir a sus esposos. Esta acepta no sin antes haber pedido la autorización en la vicaría. El refectorio es transformado en dormitorio donde había que saltar constantemente por encima de los jergones. Se ocupan todos los lugares, aun los más pequeños. Un espacio debajo de la escalera se transforma en refugio de un grupo de siete personas. Familias enteras son acogidas, lo que les permitió seguir unidas. Los últimos vivían en el invernadero. Fue colocada una campana en la casa del portero para que sirviera como signo de alarma: cuando sonaba tres veces, cada uno debía correr a esconderse. Había, por ejemplo, un sótano donde se colocaba el carbón que podía contener a unas cincuenta personas y que tenía una sola abertura clausurada por un pesado armario de roble, ni puerta ni ventana. Esconderse ahí era correr el riesgo de quedar enterrado vivo. Los refugiados preferían esconderse en la casa de los vecinos en caso de alerta, ya que en ese escondrijo literalmente no se respiraba. Si en alguna de las perquisiciones en la casa, los alemanes se daban cuenta de esas camas improvisadas, se les explicaba que se trataba de colchones de los evacuados, lo que era posible, pues eran numerosos en ese entonces en Roma. Una vez, una mujer no llegó a tiempo a su escondite; una religiosa se quitó su velo y se lo puso en la cabeza de la mujer dándole al mismo tiempo una olla llena para revolver.
Fuera de las alertas, se trataba de vivir lo más normalmente posible. Algunos aprovechaban del jardín para pasear o trabajar la tierra, otros trabajaban para el Vaticano analizando la correspondencia en busca de prisioneros, a cambio de una pequeña retribución. Para efectuar ese trabajo, habían recibido del Vaticano máquinas de escribir que probablemente también utilizaban para fabricar papeles falsos.
Las personas que se escondían trataban de ayudar a las hermanas de muchas maneras, llevando las bandejas a los enfermos o vaciando baldes, etc. El sábado, algunos se reunían para rezar y leer los salmos. Sor Dora (Rutar) recuerda que el día de su profesión, en diciembre de 1943, los huéspedes judíos de la comunidad tomaron parte en la celebración. Sor Luis (Girelli) agrega: “era emocionante porque, a pesar del peligro, los judíos participaron con nosotras a una fiesta que no era la de ellos. Lo hicieron para manifestarnos su gratitud”. El Padre Marie Benoît, capuchino, que también recibió la Medalla de los Justos, venía a menudo a visitar a las hermanas.
La alimentación era un problema difícil de resolver. Una de las hermanas estaba encargada de ir al mercado negro y, a veces, algunas mujeres la ayudaban. Es probable también que los hombres que recibían un salario dieran por lo menos una parte del dinero para pagar la alimentación o se la procuraban ellos mismos. Para el aprovisionamiento las hermanas pedían y recibían puntualmente la ayuda del Vaticano.
Esta situación dura diez meses. Por dicha, Madre Augustine consigue un documento atestando que la propiedad estaba protegida por el Vaticano y que se prohibían las perquisiciones. A pesar de eso, un día los alemanes tratan de entrar en la casa. Algunos judíos que estaban escondidos tienen miedo y tratan de huir. Son hechos prisioneros y uno de ellos torturado. Este hecho tiene lugar algunos días antes de la liberación de Roma el 4 de junio de 1944. Los prisioneros se libran así de ser deportados a los campos de concentración. Finalmente todos los judíos que se escondieron en Sión se salvan. Había abogados, comerciantes… algunos habían traído consigo tesoros, joyas, oro. Todo lo que había sido guardado en seguridad se les restituye integralmente.
Madre Augustine, es enviada a Trieste en octubre 1945 donde vive algunos años antes de ir a París donde muere el 20 de noviembre de 1949. Madre Agnesa se queda en Roma hasta el fin de su vida en 1952. Ambas reciben el título de Justo de las Naciones en 1999.
Las hermanas comprometidas a favor de los judíos en el momento de las persecuciones actuaron individualmente. Pero cada una sabía con quién podía contar, en la congregación, en su familia, entre la gente que las rodeaba.
Si se les pregunta sobre las razones que les hicieron actuar de esa manera, todas responden que sólo hicieron su deber y que, por otra parte, no siempre tuvieron conciencia de que estaban actuando con heroísmo.
Para terminar, podemos citar con Denise Paulin-Aguadich al P. Bromberger: “En la Resistencia, el valor consistió en permanecer en ese estado de ensueño que nos permitía no sólo afrontar el peligro sino también no saber muy bien lo que estábamos haciendo.”
Céline Hirsch Poynard
Archivista de la congregación de Notre-Dame de Sion
Junio 2011
Fuentes utilizadas:
- Legajo de testimonios de hermanas o de laicos que participaron en los acontecimientos, principalmente en París y Grenoble. Ese legajo fue constituido en los años 1990 por Sor Anna-Maria (Gollé). Un ejemplar de ese legajo se encuentra en los archivos de Roma, otro en los de París.
- Las “lettres sioniennes”[14] que relatan el episodio de la guerra, en general escritas hacia 1945 o 1946 (muy pocas “lettres sioniennes” fueron escritas durante la guerra.
- Los diarios de las comunidades.
- El registro de las profesas que da las indicaciones de fechas y lugares sobre la vida de las hermanas.
- Los menologios, biografías y notas necrológicas cuando existen.
- Los documentos pertenecientes a las hermanas o sus legajos cuando existen.
- Un folleto editado por Grenoble en 1990, para festejar al cincuentenario de la casa.
- El libro de Madeleine Comte, Sauvetages et baptêmes, les religieuses de Notre-Dame de Sion face à la persécution des Juifs en France (1940-1945), publicado por Harmattan en 2001.
- El libro de Limore Yagil, Chrétiens et Juifs sous Vichy (1940-1944), sauvetage et désobéissance civile, publicado por Cerf en 2005.
- Un artículo escrito por Xavier Zech, sobrino nieto de Madre Magda y Madre M. Guillaume como también algunas fotos.
[1] Madre M. o M.M. significan Madre María. En esa época todas las religiosas de Sión llevaban el nombre de “María” que se abreviaba en el escrito, y a veces se suprimía en el idioma hablado.
[2] Ver el cuadro abajo.
[3] Leer sobre esto las memorias de una antigua alumna en el folleto editado en 1990 para el cincuentenario de la casa de Grenoble.
[4] Se trata de Raoul Didkowski, prefecto de 1940 a agosto 1943.
[5] Germaine Ribière recibió la Medalla de los Justos en 1967.
[6] Organización de Socorro a los Niños, obra judía fundada en Rusia en 1912 e introducida en París en 1933.
[7] Isaure Luzet recibió la Medalla de los Justos en 1989. Escondía, entre otros, a los protegidos de Notre-Dame de Sión cuando fue anunciada una visita de los alemanes.
[8] Para más detalles, se puede consultar el libro de Madeleine Comte, Sauvetages et baptèmes, y los informes de testimonios recogidos en 1990 por Sor Anne-Maria (en los archivos).
[9] El Padre Chaillet recibió la medalla de los Justos en 1981.
[10] Se trata de Madre Apollonie, en esa época maestra de novicias, de Sor Martha y Sor Charline (en la portería) y de Sor Lutgarde. Sabemos también que Sor Marie-Labre y Sor M. Nazaire ayudaban en el refectorio y que Sor Hildeberthe, de origen alemán, efectuó “trámites difíciles” en la “commandantur” (citado por Germaine Ribière).
[11] 10 de agosto 1942: “Nuestra piscina continúa teniendo un gran suceso, las mañanas con la colonia de vacaciones de los niños de París, las tardes con la de las “Ancelles”. Hay que distinguir la casa de Grandbourg y la de Evry. Estas dos casas se sitúan en la comuna de Evry pero se trataba de dos comunidades diferentes, una que dirigía un pensionado mientras que la otra se ocupaba de una escuela parroquial y de visitas a los enfermos.
[12] Se llama menologio a pequeñas biografías que se escribían después del fallecimiento a propósito de algunas hermanas que habían tenido una vida ejemplar o especialmente virtuosa o con responsabilidades importantes en la congregación. Esos textos (en general de dos o tres páginas) se leían en el refectorio a lo largo del año.
[13] Ese término designa los lugares que sirven para acoger y curar en primera instancia a los militares heridos pero donde no hay médicos permanentes, contrariamente a los hospitales militares.
[14] Se trata de cartas que las comunidades escribían cada trimestre a fin de comunicar al resto de la congregación las noticias y acontecimientos importantes de esos tres meses. Los diarios de las comunidades son cuadernos en los que una religiosa escribía día a día los acontecimientos importantes y las actividades de la comunidad. |
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