Uno de los temas debatidos fue descubrir cómo el carisma de Sión afecta la vida de los jóvenes participantes. Durante toda la semana analizaron las necesidades, límites, similitudes y diferencias en las comunidades educativas de Sión y a partir de ahí desarrollaron sus diversos sueños comunes.
Jemel Johnson, un estudiante de trece años del Colegio Notre Dame de Sión de Kansas City, EEUU, describió el encuentro como “un lugar feliz”. Dijo: “aprendí más sobre culturas y otros lugares y cómo son los otros colegios de Sión.
Ese intercambio cultural tuvo sus desafíos, ya que los estudiantes de Costa Rica, Brasil, Francia, EEUU y Australia se comunicaban entre ellos en cuatro idiomas diferentes. “No fue siempre fácil comunicarse con el otro”, comentó Sigurd Ramos Marin, director del colegio Nuestra Señora de Sión en Moravia y anfitrión del evento.
Jemel dijo que había pescado un poco de portugués de los brasileros y mejorado su conocimiento del francés gracias a los estudiantes de París.
Pero los estudiantes, profesores y organizadores pasaron por alto las barreras de la lengua oral y, según Ramos Marin, “todos lograron entenderse gracias al lenguaje que practican todos los estudiantes de Sión: el amor”.
Al final de la semana los participantes se comprometieron a continuar divulgando en sus propios países lo que habían aprendido.
Jemel tiene bien claro el compromiso que hizo. “Al volver a casa”, dijo, “voy a tratar de no sr tan crítico como antes. Voy a tratar de ser más pacífico, más calmo y prestar más atención a los sentimientos del otro colocándome en su lugar.”
En resumen, el equipo congregacional para los colegios de Notre Dame de Sion que patrocinó el evento, lo consideró como un logro de gran enriquecimiento tanto espiritual como intelectual, al ver con satisfacción cómo los alumnos de todo el mundo comparten los mismos principios.
Por el momento, no se ha decidido otro encuentro pero los estudiantes, directores y profesores expresaron unánimemente la esperanza que se repita la experiencia dentro de los próximos tres años y que esa vez puedan intervenir más personas de los veintidós colegios del mundo.