por Sr Maureen Cusick
Quería servir a los demás con Dios “bajo mi piel”
¿Quién soy yo? Esta era la pregunta que me hacía constantemente, como le ocurre a la mayoría de las personas en la adolescencia. Necesitaba salir de ese entorno tan unido, aunque afectuoso. Las cuestiones de identidad se hicieron más urgentes cuando empecé a elegir mis estudios.
¿Quién soy? ¿Qué quiero de la vida? ¿El matrimonio, una pareja, hacer carrera, una vida con Dios de alguna forma, o una combinación de estos elementos? La experiencia de vida familiar había sido la de una vida para darse a los demás y de generosidad con la gente que tenía menos que nosotros. Nuestra vida con Dios era más devocional que rica en espiritualidad. Dios era el centro de nuestras vidas. Sabía que estaba enamorada de Dios, pero solo me lo expresaba a mí misma, una joven en búsqueda.
Dios me llama a ser: única, yo misma, con mi ADN
Mi primer avance en este sentido fue gracias a una religiosa misionera que había sido maestra en África. Sabía que quería enseñar. Conversando con otras hermanas, discerní cómo podía seguir esta llamada inicial a servir. No quería servir solo a Dios, sino servir a los demás con Dios “bajo mi piel”, como vivía mi espiritualidad en aquel momento.
Cuando ahora miro hacia atrás, tras muchos años en la vida religiosa, el desarrollo es muy claro: mi búsqueda inicial de identidad como mujer joven continuó profundizándose, con una comprensión cada vez mayor de mi identidad con Dios. Empecé a comprender que esta búsqueda interior era la llamada a ser lo que Dios me llama a ser: única, yo misma, con mi ADN. Mi llamada a ser hermana de Sion dio forma a mi propia expresión de esta llamada inicial. La llamada de Sion se integró en mi llamada inicial y ambas se han ido soldando a lo largo de muchos años. Esto también ha sido evolutivo.
La llamada de Sion se integró en mi llamada inicial y ambas se han ido soldando
Soy una hermana de Sion que vive en comunidad, con el apoyo y la compañía de otras hermanas, y sigo siendo educadora en el sentido más amplio, profundamente inmersa en una rica espiritualidad bíblica, la de Sion. Mi profundo amor al Dios que me formó sigue enriqueciendo y da forma a mi ministerio profesional y mi espiritualidad.