por Sor Andrea Chacón Carmona
Tengo un hermoso recuerdo de una de las hermanas enseñando Biblia y formando a los laicos y laicas todos los primeros domingos de mes.
En aquel momento no sabía que yo iba a formar parte de esta Congregación; el Señor me estaba preparando el camino para que yo llegará a Sion, sin que yo lo supiera.
Sentía que el Señor me hablaba cada día más
Los caminos del Señor son un misterio. Cuando estaba estudiando en la Universidad, fui a un encuentro con las hermanas para conocer mejor la Congregación. En ese momento, me cautivó mucho cómo vivían la educación, el trabajo de las hermanas en el colegio. Me hablaban del pueblo judío, pero yo no comprendía y no sabía quiénes eran los judíos.
En mi vida poco a poco fui integrando más en mi oración la Palabra, que me interpelaba, y sentía que el Señor me hablaba cada día más; que me decía. “Así dice la Escritura: ‘Miren que pongo en Sion una piedra principal escogida y preciosa, y el que confíe en ella no será jamás defraudado’” (1 Pe 2:6).
En mi proceso de discernimiento, sentía cada día profundamente que quería responder a Jesús, a su llamado de seguirle en Sion, y mi corazón ardía. Dios me invitaba a seguirle en un momento inesperado en mi vida y a ofrecer mis dones al servicio del Reino de Dios y me decía: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap. 3:20).
Decidí entrar para hacer mi experiencia comunitaria el 2 de febrero del 2012. Quince días después mi madre fue hospitalizada, y estuve con ella y mi familia. El 4 de marzo del 2012, mi madre murió. En ese momento me sentía como caminando por un desierto, igual que el pueblo de Israel, y me preguntaba: “¿Dónde estaba Dios?” Él estaba en silencio. Pasé un invierno en mi corazón que no se lo deseo a nadie. Abría las Escrituras y le decía al Señor que me hablará, porque no sabía qué hacer ni adónde ir. El Señor por medio de su Palabra me reconfortó y me animó a continuar mi aventura y a responderle; cada día me decía: “¡Levántate, amada mía!; ¡ven conmigo, mujer hermosa! ¡Mira, el invierno se ha ido, y con él han cesado y se han ido las lluvias!” (Ct 2:10-11).
El Señor por medio de su Palabra me reconfortó y me animó
El tiempo vivido en Sion desde mi experiencia comunitaria, la etapa de postulando Lej Leja y mi noviciado me han llevado a sentirme cada vez más llamada a ser una mujer que dé testimonio del amor de Dios por el pueblo judío y todos los pueblos de la tierra. También “El Señor me llamó antes de que yo naciera, en el vientre de mi madre pronunció mi nombre” (Is 49:1) y “Israel, tú eres mi siervo; en ti seré glorificado” (Is 49:3) y “Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra” (Is 49:6) y además el Señor me mostrará el camino por donde ir y me guiará. En suma, he hecho experiencia del amor de Dios por el pueblo de Israel en mi propia vida.
Puedo decir que esta llama que nació en los primeros años en Sion, continúa creciendo con las experiencias que he vivido en diferentes comunidades como América Central, Australia, Polonia y especialmente en Jerusalén, que es el corazón de la Congregación; me ha ayudado a amar y apasionarse más por las Escrituras, y así conocer más a Jesús. Es decir, las hermanas me han enseñado a descubrir un Jesús judío, un Jesús humano y cercano de aquel que está más necesitado.
Las hermanas me han enseñado a descubrir un Jesús judío, un Jesús humano y cercano de aquel que está más necesitado.
Nuestra espiritualidad, por ser bíblica, nos cuestiona, nos anima y fortalece nuestro llamado. Personalmente creo que somos muy apasionadas con lo que hacemos, nos comprometemos al servicio del Reino y sentimos la responsabilidad de recordar a los cristianos que estamos misteriosamente unidos con el pueblo judío, desde nuestros orígenes hasta la plenitud final.
Hoy bendigo a Dios y agradezco todos estos años que he podido disfrutar y vivir en la Congragación de Nuestra Señora de Sion. La vida comunitaria, los ministerios, la vida de oración, los acompañamientos, la formación, estudios teológicos y experiencias internacionales me han ayudado a crecer en mi vida para continuar caminando firme en Sion.
IN SION FIRMATA SUM.