Diálogo: un camino en la amistad

por Sor Teresa Brittain

Todo empezó porque mi mejor amiga del colegio era judía.

No es que le hiciera preguntas, simplemente reconocí que había una diferencia entre nosotras y que esto estaba bien.

El documento Nostra Aetate nos pedía que abriéramos la puerta a otras religiones del mundo

En realidad, reflexionando sobre aquellos primeros días, ahora me doy cuenta de que fui creciendo poco a poco en esta experiencia de amistad. Entrar en la vida religiosa en 1965 fue una verdadera bendición. Era la época del Concilio Vaticano II. El documento Nostra Aetate nos pedía que abriéramos la puerta a otras religiones del mundo y, especialmente, que reexamináramos nuestra relación con el judaísmo. Mi trabajo y, sobre todo, mis relaciones con el pueblo judío me llevaron a una comprensión más profunda de las implicaciones de esta enseñanza revolucionaria de la Iglesia católica. Mi vida está, de alguna manera, radicalmente vinculada a la raíz de la identidad histórica de Jesús. El camino del descubrimiento es eterno y exige continuamente que yo pueda cambiar. En esta relación se ha ido forjando, poco a poco, mi propia identidad.

Fui creciendo poco a poco en esta experiencia de amistad

Parece que esta relación continua presenta dos aspectos significativos. El primero es más académico. A nivel teológico es importante seguir examinando y difundiendo la enseñanza de la Iglesia para garantizar que estamos sensibilizados respecto al antisemitismo y somos conscientes de sus peligros. Mi ministerio incluye estar en contacto con las estructuras diocesanas y con grupos como el Consejo de Cristianos y Judíos, junto con su contrapunto internacional. Me encantan estas actividades. El proceso de elaboración de un libro sobre temas clave que preocupan a las comunidades judía y cristiana fue también una gran alegría. Nuestro proyecto fue patrocinado por el Consejo de Cristianos y Judíos. Nosotros, un grupo invitado de eruditos y profesionales judíos y cristianos, investigábamos juntos, discutíamos honestamente, escribíamos y aprendíamos unos de otros. El proyecto duró tres años; finalmente se publicó un libro. Este comentario del cardenal Kasper es una buena descripción del proceso:

“Hemos empezado a buscar un encuentro real; hemos contribuido a la comprensión mutua de unos y otros; y hemos tejido amistades. Tenemos una conciencia más aguda de que el mundo ya no puede tolerar la ignorancia, la indiferencia y la sospecha recíprocas; vemos más claramente que tenemos el deber de entablar un diálogo para mejorar nuestro mundo y purificar a nuestra Iglesia del pecado de la división.”

Cardenal Walter Kasper

El segundo aspecto es algo que siempre he valorado y que ahora puedo experimentar a un nivel diferente gracias al hecho de vivir en la comunidad judía de Manchester. Diría que he llegado a apreciar mejor lo que es ser judío hoy en día, con las auténticas preocupaciones que tienen sobre el antisemitismo y la compleja situación de Israel; lo entiendo más mirándolo a través de sus ojos, en lugar de partir de mi propia interpretación.

Ayudar a otros a experimentar la amistad en la diversidad es motivo de gran alegría

Abundan las oportunidades de escuchar y celebrar; dando charlas y entablando conversaciones con diversos grupos locales como la Liga Judía de Mujeres, el Centro de Día Nicky Alliance… Caminando juntos en las tareas cotidianas y compartiendo honestamente las tradiciones. El Día de la Memoria del Holocausto, que se celebra anualmente, está bien organizado. Reúne a judíos, cristianos, musulmanes y muchos otros grupos (como refugiados y solicitantes de asilo). Compartir con los grupos locales y ayudar a otros a experimentar la amistad en la diversidad es motivo de gran alegría. Los pequeños y grandes eventos musicales conjuntos, cuando los coros se reúnen, construyen relaciones a otro nivel. La conmemoración de Nostra Aetate se celebró de este modo en el Ayuntamiento de Manchester. Sé que esto es sólo el principio. Por eso, puedo unirme a Théodore, nuestro fundador, al decir: “Cuanto más pasan los años, más convencido estoy de que la obra de Sion es una obra para nuestros tiempos”. En palabras de una poetisa:

He cruzado un océano,
he perdido mi lengua.
De la raíz de la vieja,
ha brotado una nueva.

de The fat black woman’s poems de Grace Nichols