por Sor Monique Huberfeld
Entró en mi vida y, sobre todo, en mi corazón. Quería bautizarme para “ser toda para Jesús”, como las monjas.
Un don extraordinario del Señor
Esto se hizo realidad muchos años después, cuando circunstancias providenciales me pusieron en contacto con la residencia de estudiantes dirigida por las hermanas de Notre Dame de Sion en Lyon (Francia). Con sorpresa y asombro supe que la Congregación había sido fundada por los Hermanos Ratisbonne, de origen judío, y que su misión era:
“Dar testimonio en la Iglesia y en el mundo de la fidelidad de Dios a su amor por el pueblo judío” (Constitución NDS, núm. 2).
“El llamado al amor total, que Dios dirigió al pueblo de Israel, nosotras lo escuchamos hoy en Jesucristo, dentro de la Iglesia, como un llamado personal a seguirlo en la vida religiosa. ’Si quieres… ven y sígueme’” (Constitución NDS, núm. 20).
Me incorporé a la sección de Relaciones Bíblicas e Interreligiosas del Servicio de Formación de la Diócesis de Versalles
Hacer arraigar, comprender, desarrollar el carisma de Sion en mi vida de “hija de Israel” por nacimiento e “hija de la Iglesia” por bautismo es un don extraordinario del Señor y, al mismo tiempo, un gran desafío.
Tras mi formación y varios años de vida apostólica como asistente social —la profesión para la que me formé—, el Consejo General me llamó a Roma y me pidió que retomara los estudios y cursara la licenciatura en Teología y Ciencias Bíblicas, que obtuve.
Regresé a Francia tras 11 años en el extranjero, en España, Brasil y Roma. A petición de un sacerdote delegado por el obispo, me incorporé a la sección de Relaciones Bíblicas e Interreligiosas del Servicio de Formación de la diócesis de Versalles.
Treinta años de vida, tan plena, rica y diversa
Me resulta imposible resumir estos 30 años de vida, tan plena, rica y diversa… Me ocupé de: formación bíblica en diversas partes de la diócesis y en otros lugares como monasterios, encuentros, artículos en revistas, corrección de cursos bíblicos por correspondencia, entre otras cosas. Además de preparar y acompañar a grupos ecuménicos a descubrir Oriente Medio: Israel, por supuesto, pero también Siria, Jordania, Turquía y Líbano. Apertura no sólo a la Biblia y al pueblo judío, sino también a las Iglesias orientales y al Islam. Nuestros equipos fueron muy activos y organizaron muchos encuentros y charlas, sobre todo en las escuelas, y diversos cursos de formación.
Enseñar la Palabra de Dios y ayudar a comprender la importancia de las relaciones interreligiosas, en particular con el judaísmo, requiere una formación personal continua a todos los niveles: espiritual, a través de la oración y la meditación; intelectual, mediante el estudio personal y la enseñanza “de los Maestros”; social, compartiendo la vida comunitaria y a través de todos los encuentros con los amigos.
Como hermanas de Sion, deseo que nunca olvidemos enseñar que: “El Dios del Sinaí es el Padre de Jesucristo, Nuestro Padre”.