por Sor Anne Brittain
Ahora, mi sentimiento de gratitud crece cada vez más, pero tengo que admitir honestamente que no siempre fue la gratitud lo que llenó mi corazón en los años de juventud.
Mi sentimiento de gratitud crece cada vez más
¿Por dónde empiezo? Un hilo que se remonta a mi infancia me ha conducido a este lugar. Puede describirse primero como un tirón suave y luego como un verdadero tirón.
En nuestra familia, el trabajo entendido como una carrera para toda la vida, bien remunerada y segura, ocupaba un lugar secundario frente al camino único de cada uno, al que se le permitía abrirse, sin forzar. La vida religiosa representaba una opción vivificante, porque teníamos delante buenos modelos, íbamos regularmente a la iglesia y nuestra educación nos llevaba a percibir un Dios trascendente, misterioso, atractivo y siempre presente. Sin embargo, yo me sentía atraída por la forma más habitual y obvia de relación, el matrimonio. Estaba abierta a “encontrar a la persona adecuada”, pero luego parecía que me encontraba en un callejón sin salida, las relaciones me decepcionaban constantemente y me dejaban llena de preguntas, la mayoría dirigidas a Dios. Cuando estando de voluntaria misionera, conocí a la persona más adecuada, que sin embargo no estaba disponible, pensé que Dios era un gran bromista, malo, o bien, en cierto sentido “me llamaba” a considerar una vocación religiosa. En realidad, este sentido de significado más profundo, compromiso con Dios y comunidad había estado presente durante un tiempo, ¡pero yo no lo quería!
Dios “me llamaba” a considerar una vocación religiosa
Algunas señales me guiaron, como un comentario que podía no haber escuchado de una de las hermanas de la NDS. Yo me estaba planteando seriamente buscar oportunidades universitarias y becas, y ella me dijo: “No siempre conseguimos lo que buscamos a través del estudio”.
Fue esta sabiduría y la imagen de la “puerta abierta” lo que me permitió reflexionar y avanzar hacia la vida consagrada. La pregunta que no me abandonaba en aquel momento era: “¿Estoy abierta a una llamada a la vida religiosa?”.
NDS era la congregación que conocía, y nunca consideré otra. PERO cuando entré en 1980 fue con la sensación de decir “lo intentaré”. Dentro de mí acechaba un resentimiento contra este Dios, de quien esperaba que me hubiera guiado por un camino diferente.
La esencia está oculta, únicamente se revela viviendo cada día
Así que, treinta y ocho años después, veintiséis de los cuales los he vivido en Filipinas, estoy llena de gratitud por esta llamada, este hilo, que me conecta con el Dios vivo; por las oportunidades que me han cambiado la vida, y por las alegrías que sigo experimentando. Es difícil expresarlo con palabras, porque la esencia está oculta, únicamente se revela viviendo cada día solo en el “ahora” de la gracia de Dios y en las pequeñas respuestas que puedo dar en el mundo.