Los miembros del comité del ICCJ (Consejo Internacional de Cristianos y Judíos compartieron sus reflexiones personales en el sitio Web del ICCJ sobre los efectos de la pandemia del Covid 19. Es un diálogo sentido y serio en Internet que dirige su mirada al presente y el futuro desde diferentes perspectivas, en el espíritu investigador del ICCJ.
La hermana Celia Deutsch, NDS, que desde este año se unió al Comité, contextualiza su escrito en las realidades sociales de los EEUU, donde virus y racismo están inextricablemente relacionados, y llama a su fe a dirigir su mirada hacia el futuro.
por Sr. Celia Deutsch
Escribo, como siempre se hace, desde un lugar particular – geográfico, religioso y social. Escribo como una hermana católica romana de Nuestra Señora de Sión, comprometida con el diálogo judío-cristiano en una variedad de contextos. Escribo desde la ciudad de Nueva York, hogar de la comunidad judía de la diáspora más grande del mundo (más de 1 millón), una ciudad que hasta ahora ha perdido más de 24 mil personas debido al Covid-19. Escribo desde Flatbush en Brooklyn, uno de los barrios más afectados de la ciudad y de la nación.
Mientras escribo esto, cientos de miles de personas en más de 700 ciudades y pueblos de todo el país, participan en la protesta contra el asesinato de George Floyd por manos de la policía. Las protestas, sin embargo, claman contra el racismo sistémico que es el legado de más de 400 años de nuestra historia nacional. Las dos realidades – la experiencia estadounidense de la pandemia y el racismo – están intrínsecamente conectadas en este contexto. Las personas de color son pobres de manera desproporcionada. Esto significa que a menudo viven en condiciones de aglomeración. Trabajan en áreas de riesgo de infección (empacadoras de carne, supermercados, transporte público, etc.) A menudo no tienen acceso a una atención médica adecuada. También, las personas de color de todas las clases sociales y económicas están sujetas en forma desproporcionada a condiciones médicas preexistentes, como enfermedades cardíacas, hipertensión, diabetes, asma, que las vuelven vulnerables al Covid-19 y más propensas a morir por el virus que sus pares de raza blanca. No puedo reflexionar sobre la pandemia al margen de la realidad del racismo, así como no puedo reflexionar sobre la pandemia fuera de la realidad de la crisis del cambio climático y el cuidado de la tierra.
Flatbush también es el hogar de grandes comunidades judías y musulmanas. Todos nosotros estamos viviendo el aislamiento y el dolor de no poder reunirnos en nuestras iglesias, sinagogas y mezquitas. La misa dominical por transmisión en directo es sin duda significativa, pero el cristianismo católico, como todas nuestras tradiciones, es intensamente comunitario e intensamente físico. ¿Cómo puedo celebrar la Eucaristía sin mis compañeros en el mismo espacio físico? La coalición interreligiosa de nuestro barrio (judíos, cristianos y musulmanes) ha celebrado dos eventos a través de Zoom. Fueron momentos de encuentro en la alegría de vernos y de reflexionar sobre los recursos que nuestras tradiciones aportan a la experiencia de la pandemia. Esos momentos nos hacen desear estar juntos de nuevo en el mismo espacio físico, y nos prometen tiempos mejores en el futuro.
Los miembros cristianos y musulmanes de nuestra pequeña coalición interreligiosa son principalmente inmigrantes y personas de color. Algunos de los miembros judíos también son inmigrantes y/o personas de color. Todos hemos perdido fieles durante estas semanas; estamos conectados por el dolor y la pérdida. Algunos miembros de nuestras comunidades trabajan en «primera línea» como enfermeras, médicos, personal de hospitales, empleados postales, en el transporte público, jardineros y más. Todos percibimos que el país y el mundo están cambiando de una manera que aún no podemos ver. Esperamos, desorientados, aun cuando intentamos atender a nuestros enfermos, y apoyamos a nuestros cuidadores, aun cuando marchamos en las calles o apoyamos a los manifestantes. Juntos vivimos la realidad de una pandemia mundial y andamos por un largo camino hacia un mundo de justicia para todos.
Como cristiana, creo en un D-s que va delante de nosotros como «columna de nube durante el día» y «columna de fuego durante la noche» (Éxodo 13:22). Creo que este D-s no nos dejará, no dejará al pueblo, así como D-s no dejó al pueblo de Israel. Como cristiana, creo que el presente nos llama a un nuevo coraje en nuestro recorrido, confiando en un D-s que anda con nosotros hasta el punto de ser uno de nosotros. Miro hacia el próximo Reino de Dios, y trato de recordar que esa realidad ya está entre nosotros, llamándonos a construir un orden social y ambiental que refleje esa realidad. Recuerdo las palabras del Dios de Israel, el Dios de Jesús, dirigidas a nosotros a través del profeta Amós: “Que el derecho corra como el agua, y la justicia como un torrente inagotable” (Amos 5:24).