Un cordial adiós y un paso a nuevos horizontes en justicia y reconciliación en Canadá

29 abril 2019

La casa donde vivieron sor Bernadette y sor Margaret durante 38 de sus 40 años en Winnipe

Después de cuatro décadas de haber abierto sus corazones y su casa a los vecinos en Winnipeg, Canadá, sor Bernadette O’Reilly y sor Margaret Hughes viajaron 800 kilómetros a fines de abril para unirse a la comunidad de Saskatoon de la congregación de Sión.

Durante cuarenta años las hermanas han estado trabajando activamente con niños y jóvenes en un centro de Rossbrook House, un barrio de Winnipeg en un local de una antigua iglesia. Sor Bernadette fue co-directora durante más de veinte años y sor Margaret enseñó a indígenas en sus escuelas alternativas.

La congregación se estableció primeramente en Winnipeg en 1979 porque deseaba vivir y trabajar en solidaridad con gente privada de derechos humanos básicos. Un grupo de hermanas se reunieron inmediatamente en Rossbrook House, donde tres años antes había comenzado una simple misión teniendo como lema: “Ningún niño que no desee estar solo, debería estarlo nunca”.

Phil Chiappetta, director ejecutivo de Rossbrook House, dijo que las hermanas dejan una enorme herencia, habiendo ayudado a miles de niños. “Había siempre una multitud de niños y jóvenes alrededor de ellas, porque ellas sabían descubrirles lo que cada uno tenía de precioso.”

Al crecer, algunos de esos niños se quedaron como voluntarios o formando parte del personal y trabajaron junto a las hermanas. El coordinador de la propiedad Lloyd Michaud estudió con sor Bernadette en Risign Sun, un liceo alternativo, y fue empleado en Rossbrook a los quince años. “Si no hubiera sido por ellas, dijo, no sé dónde estaría hoy”.

Después de la mitad de sus vidas en Winnipeg, ambas hermanas están convencidas que su herencia no quedará impresa en los programas y escuelas que ellas comenzaron, sino en las relaciones que alimentaron. Confían que el trabajo en Rossbrook continuará su propio camino.

“Ha sido una bendición estar aquí”, dijo sor Bernadette. “Pienso que lo que hace la vida fácil es saber que nada de lo que comenzamos terminará cuando nos vayamos.”

Las hermanas se retiran diciendo que buscarán nuevas oportunidades para trabajar por la justicia y la reconciliación en Saskatoon.

“Amamos lo que hacemos”, dijo sor Bernadette. “Mientras podamos, lo seguiremos haciendo.”

Adaptado de un artículo por Brenda Suderman en la Winnipeg Free Press.

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