por Juanita (Tita Nitz) Orquia Atendido
Acababan de llegar y buscaban un lugar donde empezar a servir a la gente. Enseguida recé para que el Señor les permitiera quedarse en nuestra parroquia. Gracias a Dios, mi oración fue escuchada.
Juntas planificamos el trabajo que se podía hacer
Al principio, las dos hermanas alquilaron un par de habitaciones en la propia ciudad de Real, antes de trasladarse al pueblo de Kiloloron. Juntas planificamos el trabajo que se podía hacer y cómo llevarlo a cabo en nuestra comunidad eclesial. En primer lugar, formamos un comité litúrgico en cuatro distritos y ayudamos a los líderes laicos a redactar oraciones o a organizar grupos de oración. Este sistema sigue vigente hoy en día. Organizamos seminarios mensuales, cursos para catequistas y formación de líderes laicos de todos los barrios urbanos y rurales de Real.
En 1994, nuestra zona sufrió un fuerte tifón que destruyó muchas casas, sobre todo en la costa. Las hermanas ofrecieron en seguida su ayuda. Tras la respuesta inmediata a la catástrofe, las hermanas nos animaron a aprender a gestionar nuestra recuperación a largo plazo. Nos acompañaron a mí y a otra amiga de Sion a un curso de un mes para aprender nociones de microfinanciación. A nuestro regreso, nos pusimos manos a la obra de inmediato, visitando hogares, trazando un mapa de sus condiciones y dando prioridad a las madres más pobres entre las pobres. Organizamos a las mujeres en grupos de cinco para que recibieran formación y, una vez cumplidos los requisitos, presentaran su propuesta para un proyecto de subsistencia. Una vez aprobado, se les entregaba el fondo. Supervisamos el proyecto, y así creamos una organización llamada Kilos-Unlad ng Mamamayan ng Real (Movimiento para el Desarrollo de la Gente de Real), o KUMARE (“kumare” significa “amistad entre mujeres” en tagalo).
Las hermanas nos animaron a aprender a gestionar nuestra recuperación a largo plazo
La foto central, tomada durante una celebración en una de las subsedes de KUMARE, Polilio, muestra a la Hna. Oonah, NDS, y a mí misma, bailando la danza folclórica “Tinikling” con largas varas de bambú, un baile que representa los intentos de los arroceros por atrapar e impedir que el pájaro tikling robe los granos de arroz maduros de los campos.
Trabajar con las hermanas de Sion es realmente una bendición
Trabajar con las hermanas de Sion es realmente una bendición que nunca olvidaré. Son sensibles a las necesidades de los demás, sin ningún tipo de discriminación. Si se dan cuenta de que tienes problemas, te ofrecen ayuda. Para mí, la parte más importante de mi experiencia con ellas ha sido la formación. Me dieron acceso a un gran número de actividades, como seminarios, formación, retiros y oración, y todas me han ayudado a crecer personal y espiritualmente. He aprendido a cuidar de los demás, especialmente dentro de KUMARE, con quienes continuamos en la formación y otras actividades. Trabajar con las hermanas ha sido una verdadera bendición para mí, por lo que doy muchas gracias a Dios.
“Señor mío, Dios mío, bendice la Congregación de Sion.”