Este año la fecha tuvo un significado especial, ya que también coincidió con la bendición de la capilla del cementerio, tras finalizar un proyecto de renovación cuya planificación se inició hace cinco años. La capilla, construida a principios del siglo XX, ha sido utilizada por la iglesia local para celebraciones funerarias a lo largo de su historia, y su cripta es el último lugar que queda de setenta hermanas de Nuestra Señora de Sion.
Las religiosas de Notre Dame de Sion llegaron por primera vez a Iași desde Estambul en 1866. A lo largo de los años, hermanas de Rumania y de otros países fueron llegando al país, sirviendo al pueblo a través de la enseñanza, el trabajo social, la catequesis y el acompañamiento espiritual.
Cuando se estableció el régimen comunista en 1948, las hermanas ya no podían estar visiblemente presentes, no sólo en Iasi sino en todo el país. La mayoría de ellas se dispersaron por diferentes lugares de Rumania, viviendo su vida consagrada en la clandestinidad y viviendo en los cementerios. Finalmente, se les permitió a las religiosas vivir su fe abiertamente en 1990, después de la caída del Telón de Acero.
El tiempo y la humedad dejaron su huella en la capilla y la cripta del cementerio de Iași, y era urgente renovarlas. Varias personas se unieron para reparar grandes daños estructurales resultantes de décadas de viento, lluvia y frío. Se han podido restaurar algunas pinturas y se han añadido otras nuevas.
La ceremonia de bendición comenzó frente a la capilla y estuvo presidida por el obispo local, Mons. Iosif Păuleț. Sor Iuliana NDS estuvo presente entre las personas que participaron en la reunión. Comenzó señalando la actualidad de las palabras de Jesús a Marta tras la muerte de su hermano Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” (Juan 11:25-27).
A la celebración también asistió el obispo emérito Petru. Gherghel, párroco de la catedral de Iași, y el profesor Daniel Iacobuț, supervisor de los trabajos de restauración, así como sacerdotes de las parroquias de la ciudad, seminaristas, hermanas de NDS y las de otras congregaciones religiosas.
“Fue una celebración alegre”, comentó Sor Ania, NDS. “Damos gracias a Dios por tantas generaciones de hermanas que nos han precedido en nuestra familia de Nuestra Señora de Sion”.
“Ofrecemos un agradecimiento especial a las hermanas que han trabajado para la venida del Reino de Dios, el reino de paz, de justicia y de amor”, añadió sor Maricica. “¡Que permanezcan en paz!”