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1er. Simposio De Teología Cristiana: “Holocausto-Shoá: Sus efectos en la teología y la vida cristiana en Argentina y América Latina” - Declaración Final
Confraternidad Argentina Judeo Cristiana
Argentina (2006/05/17)
A las comunidades cristianas de América Latina y el Caribe, a todos y todas los que buscan la justicia, la paz y la integridad de la Creación
1. Somos cristianos, mujeres y varones, convocados por la Confraternidad Argentina Judeo Cristiana, la Facultad de Teología de la UCA (católica) y el Instituto Universitario ISEDET (protestante) de Buenos Aires. Nos hemos reunido en la Argentina, con la presencia de hermanos y hermanas de diversas comunidades judías, para celebrar el Primer Simposio Internacional de Teología Cristiana, llevado a cabo en el Palacio San Martín de la Cancillería Argentina brindado por la Secretaría de Culto de la República, co-organizadora del encuentro. Durante tres días hemos estado reflexionando sobre las relaciones entre cristianos y judíos a partir del tema: Holocausto-Shoá. Sus efectos en la teología y la vida cristiana en Argentina y América Latina. Al terminar nuestro encuentro, queremos compartir un conjunto de meditaciones que han brotado de nuestros intercambios.
2. Hemos estado haciendo memoria de la Shoá en su significado de destrucción, arrasamiento y aniquilación. Nos hemos vuelto hacia ese conjunto de horrores sufridos por el pueblo judío en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, fruto de una larga preparación e incubación; cuando la perversa ideología nazi movilizó la voluntad depravada de eliminar a todo un pueblo. Hemos tomado conciencia hasta qué punto este hecho inédito y monstruoso conmovió las bases mismas de la convivencia humana y las propuestas éticas y religiosas vigentes hasta el momento. Particularmente el cristianismo, por ser mayoritario en los países donde se perpetró la masacre, se vio urgido a considerar sus responsabilidades y a repensar sus propios principios. Sobre todo cuando muchos cristianos participaron o no protestaron lo suficiente contra tales atrocidades.
3. Creemos que cuando se procura explicar por qué fue posible la Shoá, debemos examinar las causas religiosas. Una larga historia de antijudaísmo cristiano y de violencia cristiana contra los judíos preparó el camino a la ideología nazi. La debilidad fundamental, y hasta el fracaso de la visión cristiana anterior a la Shoá residía básicamente en una declaración de la inutilidad o irrelevancia del pueblo judío. Ésta es la clave para comprender las raíces teológicas que están detrás de lo sucedido.
4. Como entonces, también hoy ciertos modos de entender y predicar la doctrina cristiana terminan brindando un marco de contención, aprobación y reafirmación de convicciones antijudías. Todavía hoy algunos piensan que los judíos no tienen nada específico que aportar, porque la fe religiosa que los identifica ya cumplió su función histórica. Esta mentalidad alimenta la idea, más o menos consciente, que su desaparición no afectaría a la humanidad. El antisionismo, en cuanto niega el derecho de Israel a existir como Estado, considerándolo un peligro para humanidad, es una manifestación, todavía vigente entre nosotros, de este deplorable antijudaísmo.
5. En Argentina y en América Latina en general, aun después de la Shoá subsistieron sectores integristas cristianos que han creído que su fe brindaba fundamentos a su antijudaísmo. Argentina es una de las naciones con mayor población judía, y los judíos han enriquecido la vida del país con numerosos y valiosísimos aportes. Sin embargo, ha sido y es escenario de persecuciones o desprecios contra personas e instituciones judías, también por parte de cristianos convencidos.
6. Por eso, estamos persuadidos de que los teólogos deben reexaminar críticamente el conjunto de sus propias tradiciones a la luz de la Shoá. La teología tiene que preguntarse de qué manera las raíces teológicas de este hecho siguen presentes, y poner todo su empeño en extirparlas, para que de ningún modo alguien pueda fundamentar su antijudaísmo en una supuesta doctrina cristiana, y para que cualquier cristiano que escuche afirmaciones antijudías pueda reaccionar enérgicamente. En el caso contrario, los teólogos se vuelven cómplices de quienes toleraron el nazismo o de quienes siguen creyendo que la fe cristiana y el antijudaísmo son compatibles.
7. Es necesario que se afirme que después de Jesús el pueblo judío, en su realidad histórica y religiosa concreta, en la actualidad y en todo tiempo, tiene una misión irremplazable, y que los cristianos están necesitados permanentemente del aporte del judaísmo.
8. Si bien reconocemos avances importantes en la reflexión y en el diálogo entre las autoridades religiosas y en círculos especializados, la formación que reciben estudiantes de teología, predicadores y catequistas debe ser revisada, para lograr que desaparezcan definitivamente del lenguaje popular y académico afirmaciones que expresan convicciones antijudías o que desvalorizan el aporte judío.
9. El diálogo entre cristianos y judíos nos permite reconocer mejor que el Creador nos ofrece su gracia y requiere que cooperemos comunitariamente para enfrentar las fuerzas del mal que atentan contra la dignidad humana. Los cristianos, más que nunca, tratamos de reconocer la presencia de Jesús en los pobres o sufrientes, y entendemos que él en la cruz se identificó con todos ellos. Pero creemos que el Antiguo Testamento, Palabra viva y actual de nuestro Dios, aporta sobrados fundamentos al empeño social de judíos y cristianos. Los judíos en Argentina se destacan por una prédica donde se resaltan bellamente las consecuencias sociales y civiles de la fe, que coincide con los nuevos acentos de la teología cristiana. Teniendo en cuenta las frecuentes violaciones a los derechos humanos en nuestra patria y en América Latina, creemos que el mismo Dios –Bendito sea – nos llama a una reflexión y cooperación permanente en orden al nacimiento del mundo nuevo de fraternidad, de justicia y de paz que traerá el Mesías cuya venida o retorno esperamos.
Buenos Aires, 17 de mayo de 2006
NOTA: La presente Declaración Final fue leída en la tercera jornada y aprobada por aplauso general. Para mejorar su representatividad los participantes – cristianos ¬- hicieron llegar posteriormente sugerencias que fueron incorporadas al texto definitivo.