por Sor Arlyne Del Valle Casas
La llamada de Dios a hacer justicia de forma concreta es muy pertinente
Me hace analizar, reflexionar, rezar y actuar. En Filipinas las injusticias y las violaciones de los derechos humanos son frecuentes. Apoyar los derechos de trabajadores, migrantes, agricultores y defensores no es tarea fácil para una monja, pero es una de las cosas que estoy llamada a hacer en un mundo en el que se mezclan el miedo y la sed de paz. En mi ministerio, he vivido situaciones en las que la opresión y la violencia crecen junto a la lucha de numerosos grupos por la justicia social y una existencia digna para todos.
Un mundo en el que se mezclan el miedo y la sed de paz
Una de las anécdotas que recuerdo más vívidamente es una vez que celebramos una misa para algunos trabajadores que estaban haciendo piquetes para exigir derechos laborales y salarios que les permitieran cubrir sus necesidades básicas. Tras la misa, la Policía Montada dispersó violentamente a los manifestantes. Intentamos proteger a algunos trabajadores mientras otros corrían con la esperanza de encontrar un lugar más seguro. Fue un momento desgarrador.
Pararse en los márgenes y acompañar a la gente
Recuerdo haber rezado mucho entonces y haberme esforzado por estar lo más tranquila posible mientras nos dirigíamos a la Comisaría de Policía más cercana para comprobar si había algún trabajador que hubiera sido detenido. En ese mismo instante me di cuenta de la importancia de la solidaridad y del trabajo en red para conseguir un mundo en el que la justicia y la paz se abracen. Comprendí que perseguir la justicia y defender los derechos humanos significa pararse en los márgenes y acompañar a la gente en su lucha por la justicia, la paz, la igualdad y una vida digna.
Creo que la Palabra de Dios cobra vida cuando tiende un puente entre la época en que fue escrita y la actualidad. Para mí, el Dios de la justicia, la paz y el amor es quien tiene el control de todo, incluso de nuestras situaciones sociopolíticas. A través de mi trabajo, he conocido a defensores de los derechos humanos que anhelan la justicia y una mejor comprensión de la Palabra de Dios. Por eso, también me dedico a dar formación y retiros entre grupos que quieren saber más sobre cómo Dios puede ayudarles a llevar la justicia y el amor.